lunes, 13 de julio de 2020

DIARIO DE UN CONFINAMIENTO




Empezamos el año con alegría, dejando un año lleno de acciones, experiencias, vivencias que nos hicieron sentir algunas veces alegrías pero en otras ocasiones enfado, tristeza,... Todo ello nos hizo aprender, viajes inolvidables que nos hicieron soñar. Empezar un nuevo año también es dejar todo aquello que no nos gusto y empezar una etapa nueva.
Al inicio del año con la fiesta y con esa alegría de lo nuevo por hacer, ¡quien nos dijo que este año seria el más difícil en todos los niveles!. Que nos tendríamos que plantear todo nuestros planes, que se descolocarían para empezar de nuevo.
Un año que apenas habíamos empezado a vivir y de repente nos tuvimos que quedarnos en casa para estar seguros y sanos, sin poder ver a tus seres queridos familia, amigos, compañeros de trabajo,... entre tanto dolor tuvimos que aprender a valorar las pequeñas cosas como disfrutar de nuestra casa leer, escribir, ver la tele, cocinar aquello que hacia tiempo ansiábamos cocinar y por no tener tiempo no se hacía, aprender cosas nuevas,... También empezamos a valorar a un más aquellas personas que estaban en primera línea de batalla, salíamos todos los días aplaudir (mi madre es personal sanitario). Aunque en ocasiones había lagrimas de tristeza por tanto dolor, pero algunas eran de esperanza, otras eran desesperación por la incertidumbre que provocaba el no saber que iba a pasar, las ganas de salir corriendo.


  • En ocasiones soñaba que salía volando, hacía algún destino por pequeño que fuera, también lloraba para desahogarme.
Aprendimos a relacionarnos con nuestros vecinos, amistades, familiares, seres queridos desde la distancia.
Hacer ejercicio nos mantenía ocupados mientras nos movíamos a ritmo de música, de esta manera estábamos activos sin pensar en lo de afuera. Nos marcábamos rutinas de trabajo todos los días nos vestíamos para trabajar desde casa. Salíamos a las terrazas o balcones para tomar un poco el aire, tomar el sol,...
En esos días apáticos, que los había y muchos nos los tomábamos con tranquilidad, meditando un poco, respirando fondo o incluso para desahogarnos llorar para sacar todo lo que teníamos dentro (Yo en estos momentos en un día normal salía a caminar por las calles o cogía el coche y me iba a pasear por la playa), ¡que me decís de esos día de no hacer nada!, estar tumbados en el sofá viendo películas, series, leyendo libros y comiendo de todo lo que nos apetecía, que nunca se hacia por trabajo o el poco tiempo que teníamos para disfrutar con tu gente.
Poco a poco fuimos empezando a salir primero hacer ejercicio y a pasear, después pudimos quedar con alguna amistad a tomar algo en alguna terraza.
  • Yo en esos primeros días me emocionaba.

A continuación pudimos ir a las playas con precaución (ese día llore).
También fue momento de empezar a encauzar nuestros proyectos o empezar unos nuevos, en dar el primer paso. Teníamos que aprovechar este momento. Volver a empezar e ir hasta lo que deseábamos, descubrir que había otras maneras de hacer las cosas.
Hay que destacar que durante nuestro parón, todo se limpio, las playas volvieron a ser salvajes por unos meses la fauna corría por toda direcciones sin miedo, el agua se limpio al igual que el aire, el color de los arboles, montañas,... eran más intensos, los pájaros cantaban más. Los niveles de contaminación bajaron drásticamente en beneficio de todos los seres. Descubrimos que se puede coexistir, sin tener que ensuciarlo con nuestros deshechos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario