Otra
temporada más, un verano que se termina con el ajetreo de la gente
que viene a pasar sus vacaciones buscando sol y buen tiempo, el
sonido de sus maletas al pasar por encima de las aceras.
Muchedumbre bajando de cruceros llenando sus calles subiendo por el
casco antiguo, entrando en sus tiendas, guisas explicando la historia
de la ciudad, sentarse en bares y restaurantes degustar sus platos.
Las
playas y calas abarrotadas de personas tumbadas tomando el sol,
bañándose en las aguas cristalinas. Vendedores ambulantes pasando
cada 5 minutos, en el horizonte se encuentran barcos disfrutando del
sol. Restaurantes con la mayoría de sus mesas ocupadas para probar
la cocina local, un sin fin de coches por todos lados.
La
noche ibicenca conocida en todo el mundo, año tras año llenan las
pistas con su música peculiar sonando en discotecas y bares
musicales hasta altas horas de la noche.
Ibiza
va recuperando su ritmo tranquilo que le caracteriza. Pasear con
tranquilidad por la ciudad sentarse en una terraza a tomar algo sin
tanto barullo, ir a la playa o calas sin apenas gente disfrutar de
ellas en días soleados. Disfrutar de la isla y sus encantos de otra
manera.